Desde la época antigua a la mujer siempre se le vio como una persona débil, que no tenía la capacidad de aportar a la comunidad y que solo sirvió para cumplir su rol como esposa y madre de sus hijos. Sin embargo, con el paso del tiempo esta situación cambió. Ya no será vista como alguien que se le puede pasar a llevar.
Por: María Pía Escobar
Para poder entender de mejor forma en qué consistió la evolución en la cual la mujer se vio envuelta durante el primer siglo de la religión cristiana, es necesario entender el contexto en cual vivió durante esos años.
Es preciso comprender que las primeras comunidades cristianas estuvieron marcadas fuertemente por el origen judío. Dentro de esta religión existieron diversas corrientes de las cuales dos se mostraron durante el nacimiento y expansión del cristianismo. La primera estaba relacionada con un grupo muy rígido y cerrado a todo lo que no fuera judío y el segundo segmento permitió un mayor acercamiento por parte de los paganos y posteriormente para la expansión cristiana, convirtiéndose así en un puente entre los paganos y los cristianos.
El factor principal que estaba dentro del judaísmo, era su clara conciencia basada en el Antiguo Testamento, de ser el pueblo elegido por Dios. Esta idea se origina principalmente del cristianismo naciente. Sin duda, no nos debemos olvidar que el cristianismo no era parte del judaísmo, mejor dicho nació de él, para crear así sus propias convicciones acerca de lo que fue la historia del Jesús terrenal. Durante un tiempo, sus miembros siguieron comportándose como judíos piadosos. Sin embargo, esa identidad propia jamás se perdió. Por tanto, tampoco podemos negar esta afirmación que se nos hace, acerca de que las primeras comunidades que se formaron luego de la resurrección de Jesús, tenían ciertos aspectos de un pueblo judío. Con esto se determinó el pensamiento y comportamiento de la Iglesia, sobre todo con respecto a la mujer.
Dentro de lo que se puede denominar “judaísmo”, para las mujeres esto no fue beneficioso. Principalmente, porque debido a esta religión, ellas estaban excluidas de todas las actividades públicas y no tenían derecho directivo para participar en cuestiones religiosas. Para ese entonces, ellas no podían recibir y mucho menos entregar educación formal. Ahora bien, a la comunidad judía se le consideraba como una red de familias. Es así como, debido a esta unidad, se podrían explicar las verdaderas razones por la cual se dejaba de lado a las mujeres en esa época. Sin embargo, este problema no duró mucho tiempo.
En el ámbito privado, la mujer tenía más libertad, principalmente, porque su hogar era su gran predominio. Además, las prácticas religiosas le permitían tener más independencia de acción, sobre todo en cuanto a la educación religiosa de sus niños. No debemos olvidar, que ella es considerada, bajo la ley judía como fuente de vida y quien potencia a la familia para que siga creciendo.
Dentro del Antiguo Testamento a las mujeres se les elogia por el hecho de que cumplen de forma correcta sus deberes domésticos. Es así como se logran encontrar ejemplos de damas que fueron muy valoradas a lo largo de la historia religiosa: heroínas, profetizas, conductoras del pueblo, entre otras. Sin embargo, esto no significaba que la mujer pasaba a formar parte importante de la historia, sino que al contrario, seguía siendo postergada constantemente. La ley judía era muy injusta con ella y se le disponía como un bien o como un objeto, siendo utilizada por su marido. Este gran problema se debió únicamente al alfabetismo generalizado por parte de las mujeres en esa época, lo cual no les permitía ser sacerdote, ni participar en el servicio al Santuario, ni leer la Torá y obviamente su testimonio era inválido.
Entrando en un punto más religioso, los evangelios también nos mencionan a las mujeres como personas importantes. Esto se debe, ya que ellas estaban dentro de uno de los tres grupos que fueron fieles a Jesús en su vida aquí en la tierra. Estas fieles seguidoras, pertenecían al igual que los varones, a un estrato inferior de la sociedad de su tiempo, pero con la variante de que su comportamiento en público, según los evangelios sinópticos, inducía a considerarlas como mujeres de dudosa fama, por su participación en banquetes y por el hecho de formar parte de un grupo de hombres y abandonar a sus familias. Esto provocará una fuerte disputa entre los judíos, ya que Jesús anuncia un cambio radical al interior de Israel, mostrándose cercano a los sectores más marginados de la sociedad, en donde el pecado era un elemento excluyente con justificación en lo religioso.
Jesús quiere conseguir integrar a la mujer de forma innovadora, alterando su papel, el cual había mostrado hasta ese momento, sino que también quería mostrar una nueva forma de poder verlas. Se logran incorporar e instruir como discípulas de esta comunidad. Con esto se consigue ahora sean vistas como personas plenas ante Dios.
Fue así como los Evangelios se preocuparon de dar las noticias en referencia a las mujeres que seguían en su recorrido a Jesús, para anunciar el reino de Dios.
El que se haya creado un grupo tan grande, de mujeres fieles, que querían seguir a Jesús en su camino, provocó más de algún escándalo. Esto fue porque se representó una evidente violación a las disposiciones rabínicas. Sin duda, Jesús en cada momento defendió a esta gran comunidad de seguidoras.
Durante toda su vida terrenal, a Jesús siempre se le pudo ver acompañado y atendido por una gran cantidad de mujeres, a las cuales siempre se refirió como ejemplos, esencialmente por sus parábolas. Lucas, quien es uno de los cuatro evangelios también ofrece un dato del camino al calvario en relación a la compañía de las mujeres. De a poco, esto muestra cómo se vivió el proceso que vivió Jesús en camino a la crucifixión.
Se crea la primera comunidad
Los cuatro evangelistas (Lucas, Marcos, Juan y Mateo) relataron, de forma más o menos similar, el hecho de que las mujeres fueron las primeras en anunciar la resurrección de Jesús, mucho antes que los discípulos varones. Este hecho posee gran importancia, debido a que la resurrección se centra en la Fe en Cristo Jesús como Mesías e Hijo de Dios, que logró vencer a la muerte y que da fundamentos a la Iglesia Cristiana hasta el día de hoy. Existen dos situaciones concretas, que dan pie para demostrar que fueron las mujeres quiénes se dieron cuenta de que Jesús ya no estaba muerto. Primero, se encontraba lo del sepulcro vacío y luego las apariciones del resucitado
Fue así como empezaron aparecer los nombres de aquellas mujeres que pudieron haber estado presenciando este suceso. Se partió con María Magdalena en conjunto con María. De ahí, se añade a Salomé como testigo, para finalmente, hablar de Juana y otras que la habían acompañado. Como se dijo anteriormente, ninguna mujer tenía el derecho de ser testigo de ningún acontecimiento de carácter extrafamiliar, porque claramente su testimonio quedaría como algo inválido o no tomado en cuenta.
Fue así como los evangelistas, mediante sus escritos, no dudaron en mencionar y contar que los apóstoles no les creyeron nada a estas mujeres, tomándolo como un delirio femenino. Mediante esto, los evangelios se muestran como textos elocuentes y ponen a la mujer en la primera línea de la evangelización. Con esto se podría entender, que las mujeres y en especial María Magdalena, son apóstoles de los apóstoles de Cristo.
La expansión del cristianismo: las mujeres se hacen cada vez más presentes
Mediante las cartas Paulinas y los hechos de los apóstoles, se puede observar que a lo largo de la historia religiosa, han aparecido mujeres muy reconocidas como importantes protectoras, líderes, misioneras que se pusieron al servicio del evangelio. Muchas se encontraban en las actividades misioneras y en puestos de responsabilidad en las iglesias locales.
La misión cristiana mantuvo el modelo de tener que viajar de a dos, lo que permitió que existiera igualdad tanto para hombres como para mujeres en la predicación. Necesariamente, esa unión que existía entre esa pareja, no tenía por qué ser un lazo sentimental, sino que se podría tratar más bien de un “matrimonio espiritual”, es decir se hacen compañía mutuamente, para así llevar a cabo de buena forma, la evangelización.
Mujeres importantes
A lo largo de la historia religiosa, se ha hecho manifiesto acerca de diversas mujeres que pudieron haber marcado pauta, en las distintas religiones que se originaron luego de la muerte y resurrección de Jesús. Para comenzar, debemos mencionar a Febe. Ella es una de las mujeres más interesantes que aparecen en las Cartas Paulinas y su función dentro de la comunidad primitiva provocó grandes dilemas entre los exegetas e historiadores de la iglesia antigua. Es la única persona de la literatura paulina que recibió una carta oficial de recomendación y a la que le atribuyeron dos títulos importantes dentro del siglo I.
En conclusión, se pudo haber dicho que Febe era una cristiana querida y reconocida. Que tuvo el deber de guiar y acompañar a la comunidad de Cencreas, que era responsable de ella.
El segundo personaje, es Tecla. Los Hechos de Pablo y Tecla son documentos del siglo II dedicados a la historia de Tecla. Una mujer misionera. Durante mucho tiempo a este libro se le consideró canónico. En este texto se nos cuenta sobre la historia de Tecla, quien también tiene el título de un apóstol más, al igual que Pablo, su compañero de misión. Ella hace un voto de castidad y se niega a casarse con su novio. Esto provocará que la persigan y la a muerte. Pero un milagro la salva y desde ahí no se separa de Pablo.
La gran acción de las mujeres
Durante un tiempo, lo único que se preocupó Pablo fue de trasladarse de comunidad en comunidad. Fue así como las mujeres se dieron cuenta de que ellas debían fundar una iglesia más cerca a sus seguidores. Esto motivó a Prisca a crear y mantener una Iglesia en su casa. Fue así como se les denominó Las Iglesias Domésticas. Éstas fueron los primeros lugares de encuentros cristianos, donde se podía celebrar la eucaristía y otros sacramentos.
Con esto podemos entender que las Iglesias Domésticas fueron un espacio de vital importancia en la expansión, el crecimiento y fortalecimiento de las comunidades. Aquellas mujeres jugaron un rol fundamental en la fundación, promoción y mantenimiento de estas instituciones.
Las comunidades Paulinas
Dentro de estas comunidades la participación de la mujer se hizo cada vez más activa, logrando así que la Iglesia Antigua las considerara como influyentes, tal como se demuestra en las cartas del apóstol. El apóstol empleó frecuentemente en sus cartas un vocabulario emotivo y familiar, presentando a los miembros de la comunidad como si fueran miembros de una sola familia.
Matrimonio y celibato
La unión que existió entre los cristianos y los paganos, era una situación que se vivía a diario dentro de las comunidades. Existen cartas que hacen referencia a cómo debían comportarse tanto el hombre como la mujer. Hay un momento en donde Pablo le escribe a los corintios, aquellos se encontraban intranquilos, pues no tenían claro si una vez bautizados podían contraer matrimonio, el apóstol los tranquiliza diciéndoles que esto no era impedimento para esto. Sin embargo, para Pablo, el tema del celibato es mucho más prudente. La gente que quiera optar por ese estado, tiene muy claro las dificultades que debe enfrentar para llevarlo a cabo.
Cuando Pablo menciona que es bueno que el hombre no toque a la mujer, no se refiere a que hay que abstenerse del matrimonio, pues según la historia religiosa y lo que dice la biblia, esto significa no tener relaciones sexuales. Tanto así, que Pablo hace un incapié en que es mejor renunciar a las relaciones íntimas, tanto por parte de la gente que se encuentra casada como la que no está.
Las más luchadoras
Mediante el transcurso de la historia, se han ido conociendo los tipos de mujeres que han sido importantes para la Iglesia, ya sea cristiana como judía. Es decir, cómo ellas han sido capaces de ganarse un lugar en estas instituciones, a pesar de todo lo malo que se ha dicho en contra de su persona. En primer lugar se encuentran Las Profetisas, luego Las Viudas; de ahí, Las Diaconisas. Y finalmente, contamos con Las Mártires.
Para comenzar, el que se les denomine profetismo, significa un sentido de carisma que cualquier miembro de la Iglesia puede recibir. En la época de los apóstoles, los profetas tenían autoridad en la comunidad por sus revelaciones del misterio de Cristo y de su Iglesia. Estos profetas debían dar testimonio de la verdadera luz para el mundo.
En la comunidad judía se consideraba a las mujeres viudas, especialmente, si tenían hijos, bajo la protección especial de Dios. Pablo recomienda honrar a las viudas. Aquellas que en un principio eran receptoras de la caridad, muy pronto comenzaron a convertirse en protagonistas de los apóstoles,
En el caso de Las Diaconisas, éstas fueron las únicas elegidas por la Iglesia. Las mujeres que habían acompañado le sirven y él (Jesús) enseñó que si alguno quería ser grande, debía convertirse en servidor de los otros. Un claro ejemplo de este grupo, es Febe. Mujer que se mencionó anteriormente. Ella fue la diaconisa más conocida y respetada en las comunidades antiguas. Su labor no debió verse solo desde el punto caritativo, sino que también desde la predicación.
Finalmente, nos encontramos con Las Mártires. El término mártir, es en un sentido etimológico, que significa ser testigo de un hecho. Una de las mártires más prominentes del Siglo I fue Flavia Domitila, señora de Flavio Clemente. Ambos fueron degollados, debido a que se le acusaba de ser cristianos. Durante el siguiente siglo, se hace presente otra mujer que también se gana un poco de espacio en esta época. Ésta fue Bitinia.
Actualmente, a la mujer se le ve como un ser humano que se ha sabido mantener en el tiempo. Es decir, que ha sido capaz de ganarme un espacio, aunque no tan grande dentro de la religión cristiana. Consiguiendo así, que los hombres ya no la vean como un objeto con el cual se puede jugar. Sin embargo, si pensamos la base central se sigue manteniendo. La mujer aún cumple con su rol de dueña de casa y madre de sus hijos, pero con mayor libertad de acción. Ahora no sólo se mantendrá en su hogar, sino que también puede salir a trabajar y hasta se puede dedicar en plenitud a terminar su educación tanto escolar como superior.